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| No demorarás en responder a quien te llama a
gritos. No le señalarás por sus faltas ni abochornarás por sus lagunas. No le recordarás sus primeros pecados, aquellos que él sepultó en su corazón. No oprimirás al afligido que tambalea bajo sus tribulaciones. No le abandonarás ni desampararás: porque creció ilimitadamente en su dolor. No escupirás tu cólera sobre sus caminos extraviados. No corromperás tu nombre santo en boca de los profanadores. No me rechazarás, mi Dios, mi Roca, cuando busque tu refugio. No trabarás mi lengua cuando te ruegue como mendigo. No te esconderás de mi plegaria: que mis gemidos lleguen a ti. |
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